Nada más maravilloso que salir de viaje y volver llena de
buenas palabras y gestos, ese recorrido pude hacerlo esta segunda parte del año
profesional en ciernes y que tuvo un viaje a Chile el pasado 25 de octubre.
Casi una semana de encuentros con gente y literatura, con los más chicos, pude
retornar al llamado jardín maternal en Argentina y parvulario en otros países
de Latinoamérica. Y además, la visita a la Feria del libro que pude recorrer de
a ratos, demorada en algunos stands de empresas chilenas con un pródigo y
excelente catálogo que me detuvo como lectora.
Volví agradecida de renovar mis raíces como
docente y especialista. Los países limítrofes con diseños, preocupaciones
y búsquedas semejantes. Sobre todo en el trabajo con la primera infancia, un
espacio en el que además de recurrir a las palabras y los libros hay que poner
el cuerpo en sentido literal, esfuerzo, presencia y trajines con los lactantes
y los deambuladores.
Allí el cuento, la canción, el poema vino a unir autores y
libros argentinos con unos curiosos
ojos que buscaban sacudir
tanto asombro de vida.
No es sencillo trabajar con los más pequeños, ni buscar
material para iniciarlos en la lectura con la presencia del objeto libro entre
nosotros y la voz que suena y llena de significados el espacio.
Quizás estas estrofas digan más que una pequeña introducción
explicativa. Quien no visitó una “bebeteca”, una”guaguateca”, no alcanza a
dimensionar el poder de las primeras comunicaciones disfrutantes en los chicos.
No puede saber el poder de la palabra en esa instancia de la vida, que parece
diluirse entre gestos,señales y otros indicadores atencionales. Por eso la
poesía es una llamada, un arrime, una caricia, una provocación, un ritmo.
Nana para una nana
Que se duerma la nana
De mi pequeño:
Ya con su sana-sana
La acuna el sueño.
Nana para una nana
Trasnochadora….
El alba de la ventana.
Mi niño llora.
Mi niño-triste estoy-
Tiene una nana…
(Si no sana hoy..
Sanará mañana).
Elsa Bornemann. Sol
de noche
Es importante desarrollar la oralidad, mejor si es a través
de una buena selección de obras y autores. Elaborar un proyecto de trabajo
anual en que se fijen algunas metas para que la tarea de las intermediarias
docentes sea eficaz en esta etapa de desarrollo en la que el / la niña tiene
progresos muy notorios en corto tiempo. Una buena estrategia será
descubrir los tonos de la voz y acompañarla de textos seleccionados con
inteligencia y tiempo.
Otra, ser lectora, lectora de libros. Sí, con énfasis, o
lector, tenerlos a mano y generar momentos de tranquilidad y alegría en
cualquier parte, ser “amigable” para leerlos y mostrarlos si así los chicos lo
requieren. No es necesario hacerlo. No importa si es mamá, papá, tía, abuela,
maestra, vecina, etc. etc. Mejor sería incorporar acciones bien pensadas y ser
un puente de unión. Informar a las familias, si el niño está institucionalizado
de cada lectura programada u ocasional, para que la comparta, cuando pueda. Ser
un susurrador de cuentos en la hora del descanso, antes del regreso a la casa,
antes de dormir. Ser puente y voz, ser voz y canción, voz y mensaje, voz y
ternura. Siempre algo vinculado con el disfrute y los buenos momentos..
Lecturas para compartir:
Les adelanto algunas de las bellezas descubiertas en la
Feria del libro chilena que encontré en el stand de Amanuta, en Buenos Aires,
he visto en internet que pueden estar en librería Calibroscopio, si la
encuentran en otra librería, no en Amazon , les ruego que me lo hagan saber.
Copio síntesis de catálogo.
A
simple vista, Yael Frankel, 2015. Santiago
de Chile, Amanuta.
Todos los niños tienen un amigo, imaginario o real, que los
acompaña, que forma parte de ellos y que los complementa. Es un compañero de
juegos y de secretos, que con la mirada dice más que con las palabras. Este
libro trata sobre la amistad entre una niña y un oso, sobre la complicidad que
construyen compartiendo aventuras y andanzas. Y agrego: trata
sobre el amor , y es una maravilla.
Mi abuela no es la de antes. María José
Orobitg i Della, ilustraciones Carlos
Ballesteros. 2013, Santiago de Chile, editorial criatura.
Los
abuelos a veces no parecen nuestros abuelos. No hacen las mismas cosas de siempre ni se acuerdan de las rutinas cotidianas. No nos
reconocen. Y se pierden en sus recuerdos. Y no entendemos por qué. Cuando todo
esto sucede, estar con ellos, ayudarlos y quererlos como siempre es la mejor
medicina.
Y agrego: tiene poesía, y dinamismo, tiene, realidad y un
final que sería que fuese real, siempre, para bien de los mayores y los chicos.
Estos son editados
en Argentina y de mi biblioteca:
Una cama para tres,
Yolanda Reyes, 2015. Ilustraciones Ivar Da Coll. Buenos Aires, Alfaguara.
Los chicos y los miedos nocturnos, en este caso, un dragón
aparece para atemorizar al pequeño que desea dormir en la cama familiar. Pero
el papá no quiere que así sea, y agotado de los requerimientos, decide mudarse
a la cama del hijo cuando en medio del sueño se le aparece el mismo dragón y se
acuesta en su cama.
Qué decir lo que se suscita a partir de la narración
paterna. La teoría del colecho en acción, y a pesar de que mueve a polémica, el
texto despierta humor y ternura. Las ilustraciones son excelentes. Como digo
siempre: el otro texto necesario.
Un libro que fue elaborado a la memoria de quienes nunca
pudieron llegar a sus casas por culpa de las feroces dictaduras
latinoamericanas. Esto fue escrito en mayo del 2011, al día siguiente de
que en Uruguay se votara en contra del proyecto que dejara sin efecto la ley de
impunidad contra los crímenes de la dictadura.
Mañana viene mi tío es lo que el niño repite, el mensaje
que le dan sus padres, y él espera, espera que se cumpla mientras pasan los
años, y su vida: Él espera mientras crece, se hace joven adulto, hombre,
envejece y… ese lugar está vacío porque los padres le dicen algo que nunca va a suceder a pesar de su deseo, mantener la espera activa. Una belleza de
trabajo al estilo de La línea, otro libro álbum de la empresa que con poco
texto e ilustración nos muestra un mundo que nos atraviesa.
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