Qué difícil se me hizo seleccionar el tema de esta salida. Me detuve en el
receptor de la LIJ que a decir verdad es el niño y el adolescente, ya que
cuando un lector es dueño de sus elecciones y puede hacerlas realidad, deja de
ser un lector juvenil para ser: un lector. He escrito varias veces sobre esta afirmación,
sabemos los que estamos en el ámbito editorial que la edad del receptor
responde a necesidades comerciales. Sobre el adjetivo infantil entran a jugar
otras variables comunicacionales que lo legitiman aunque sea un motivo de
polémica.
Si esto que escribí es todavía una
cuestión que requiere argumentos, qué decir sobre la categoría: infancia. ¿Qué
se entiende por infancia, destinado a los niños/as?
¿Hay un destinatario que se pueda
considerar único? Hoy en nuestro país, Argentina, ¿hay
una sola infancia? Definitivamente, no. Desde lo teórico es ya una categoría de
muchas aristas, cuántas más coexisten desde lo socio-cultural. No es lo mismo
un niño/a de clase media que uno de contextos vulnerables, no es lo mismo uno/a
de ciudad que otro de pueblos ajenos a estos estímulos. Ya que ha sido nota de esta primera semana de
septiembre y para no olvidarlo: algo de
todos los niños está en ese pobrecito que se viralizó arrojado al mar, para
sobrevivir de los espantos. Esa es una imagen de la infancia: desamparo, y necesidad. Es un tiempo para instalarse en la vida. No para morir.
De esas
necesidades debe nutrirse la producción literaria: de cuidados, presencias, de vidas: diversas, ricas,
inclusivas. Jorge Larrosa define infancia como “lo
otro: lo que, siempre más allá de cualquier intento de captura, inquieta la
seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre
un vacío en el que se abisma el edificio bien construido de nuestras
instituciones de acogida” (“ El enigma de la infancia”, Pedagogías profanas, Novedades
Educativas, 2000).Un párrafo que encierra
incertidumbres. La domesticación a la fue sometida la infancia como nombre
definible se debe a los adultos, al apuro por tener certezas sobre las
que operar en los espacios sociales, y a veces al mercado, ¿por qué no incluirlo ?
Por eso creo que hablar de LIJ es caminar por los misterios que tiene un receptor sin dogmatismos y saber que “lo otro”, no es lo propio, no nos pertenece y está allí
para ocupar un espacio, un tiempo, dueño/a de su propia historia.
Ilustradores y obras:
Pablo Bernasconi nació en Buenos Aires, es diseñador gráfico egresado de la UBA, donde fue docente de Diseño. Actualmente trabaja para diferentes publicaciones de todo el mundo. Ha
publicado libros infantiles, como autor del texto de las ilustraciones, algunos
traducidos a siete idiomas; libros de imágenes para adultos, e ilustró títulos
de autores de diferentes nacionalidades. Recibió numerosos galardones por sus
trabajos Fue elegido para representar a la Argentina como ilustrador en los
premios Andersen del 2012. Actualmente publica una columna de opinión gráfica
todos los domingos en el diario La Nación.
Dice de él : "No ilustro para chicos, ilustro para
todo el mundo. Algunas cosas las usan para los grandes y otras para los chicos.
Últimamente me cuesta mucho separar una de otra. En un principio dividía conscientemente
ambos comitentes, creía que los chicos no podían entender el lenguaje de los
adultos y viceversa. Hoy no lo veo tan así" revista digital Imaginaria, 2005.
Lecturas para compartir:
Cocorococó. Didi
Grau/Christian Montenegro. 2014. Buenos Aires, Pequeño Editor.
Es poesía en forma de retahíla a la vez que canción o libro con imágenes en
técnica de sellos. Un poema que va uniendo las voces de distintos animales.
Todo muy bien elaborado por los dos autores que escribieron este libro en rojo
y azul. Una mención especial se lleva la ilustración por lo original, el diseño
que sale de lo habitual en libros para los más chicos y el juego de los dos
colores constante. Se
logra unir bien lo lúdico con lo rítmico de los primeros juegos poéticos.
Es un cuento que invita a recorrerlo
desde la tapa que muestra a Plácida, la tortuga,
que atraviesa todo el relato con un problema de identidad. No feliz con lo que
percibe de sí, desea en forma recurrente ser otra, hasta que alguien le
devuelve en palabras una imagen más que deseable. Habrá que leer qué pasa con
ella y su disconformidad. Es un texto grato de leer a los más pequeños. Adopta la
recurrencia como modo de narración, con imágenes poéticas. Las
ilustraciones son excelentes, los tonos pasteles de cada una le dan calidez, sin desmesura
alguna y acompañan el ritmo de la protagonista.
Lucila
y Joan, detectives viajeros, Griselda Gálmez, 2015. Buenos Aires, Quipu.
Es una novela de aventuras entre dos chicos,
una argentina y el otro español, que unidos por una amistad y sus deseos de
viajar, se desplazan entre Barcelona, Roma y Córdoba por épocas y personajes
que se unen en dos aspectos: el histórico y el fantástico sin perder en ningún
momento la tensión que sostiene cada historia que va descorriendo incógnitas.
La autora lo adelanta en su dedicatoria: lugares, viajes y afectos. Esto es lo
que se une en Lucila y Joan: la amistad, la curiosidad y el viaje. Cabe agregar
la incursión de giros coloquiales españoles, de nombres en catalán en una
escritura de calidad narrativa en los 8 capítulos de integran la obra.
La
malasangre y otras obras de teatro. Griselda Gambaro. 2015. Buenos Aires,
Santillana.
La obra de teatro más reconocida de la
autora en una nueva edición que reúne además a El nombre, Decir sí y En la
columna. La
malasangre, estrenada en 1982 es una alegoría de la violencia en nuestro
país durante la dictadura militar del 76, a la vez que la Argentina federal de la época rosista,
escenario en la que está ambientada y se desarrolla. Las relaciones asimétricas, los
sometimientos de los más débiles en manos de los que ejercen el poder familiar
y el drama de la dictadura están presentes en todo momento acompañado de
muerte. Una obra intensa que lleva obliga a
reflexionar sobre estos gobiernos.
El nombre gira alrededor de la
recuperación de la identidad, Decir sí está situada en la aceptación, la
conformidad que es una manera de someterse al manejo del otro y termina en un
asesinato y En la columna congrega tres piezas breves que no se apartan de la
idea central: acatamiento y violencia.. La obra cierra con un estudio de Alicia Stacco que le permite al lector conocer mejor el teatro de Gambaro.