miércoles, 9 de septiembre de 2015

Encuentro 81

Qué difícil se me hizo seleccionar el tema de esta salida. Me detuve en el receptor de la LIJ que a decir verdad es el niño y el adolescente, ya que cuando un lector es dueño de sus elecciones y puede hacerlas realidad, deja de ser un lector juvenil para ser: un lector. He escrito varias veces sobre esta afirmación, sabemos los que estamos en el ámbito editorial que la edad del receptor responde a necesidades comerciales. Sobre el adjetivo infantil entran a jugar otras variables comunicacionales que lo legitiman aunque sea un motivo de polémica.
Si esto que escribí es todavía una cuestión que requiere argumentos, qué decir sobre la categoría: infancia. ¿Qué se entiende por infancia, destinado a los niños/as?
¿Hay un destinatario que se pueda considerar único? Hoy en nuestro país, Argentina, ¿hay una sola infancia? Definitivamente, no. Desde lo teórico es ya una categoría de muchas aristas, cuántas más coexisten desde lo socio-cultural. No es lo mismo un niño/a de clase media que uno de contextos vulnerables, no es lo mismo uno/a de ciudad que otro de pueblos ajenos a estos estímulos.  Ya que ha sido nota de esta primera semana de septiembre y para no olvidarlo: algo de todos los niños está en ese pobrecito que se viralizó arrojado al mar, para sobrevivir de los espantos. Esa es una imagen de la infancia: desamparo, y  necesidad.  Es un tiempo para instalarse en la vida. No para morir. 
De esas necesidades debe nutrirse la producción literaria: de cuidados, presencias, de vidas: diversas, ricas, inclusivas. Jorge Larrosa define infancia como “lo otro: lo que, siempre más allá de cualquier intento de captura, inquieta la seguridad de nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre un vacío en el que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de acogida” (“ El enigma de la infancia”, Pedagogías profanas, Novedades Educativas, 2000).Un párrafo que encierra incertidumbres. La domesticación a la fue sometida la infancia como nombre definible se debe a los adultos, al apuro por tener certezas sobre las que operar en los espacios sociales, y a veces al mercado, ¿por qué no incluirlo ?
Por eso creo que hablar de LIJ es caminar por los misterios  que tiene un receptor sin dogmatismos y saber que “lo otro”,  no es lo propio, no nos pertenece y está allí para ocupar un espacio, un tiempo, dueño/a de su propia historia.

Ilustradores y obras:
Pablo Bernasconi nació en Buenos Aires, es diseñador gráfico egresado de la UBA, donde fue docente de Diseño. Actualmente trabaja para diferentes publicaciones de todo el mundo. Ha publicado libros infantiles, como autor del texto de las ilustraciones, algunos traducidos a siete idiomas; libros de imágenes para adultos, e ilustró títulos de autores de diferentes nacionalidades. Recibió numerosos galardones por sus trabajos Fue elegido para representar a la Argentina como ilustrador en los premios Andersen del 2012. Actualmente publica una columna de opinión gráfica todos los domingos en el diario La Nación.
Dice de él : "No ilustro para chicos, ilustro para todo el mundo. Algunas cosas las usan para los grandes y otras para los chicos. Últimamente me cuesta mucho separar una de otra. En un principio dividía conscientemente ambos comitentes, creía que los chicos no podían entender el lenguaje de los adultos y viceversa. Hoy no lo veo tan así" revista digital Imaginaria, 2005.

Lecturas para compartir:
Cocorococó. Didi Grau/Christian Montenegro. 2014. Buenos Aires, Pequeño Editor.
Es poesía en forma de retahíla a la vez que canción o libro con imágenes en técnica de sellos. Un poema que va uniendo las voces de distintos animales. Todo muy bien elaborado por los dos autores que escribieron este libro en rojo y azul. Una mención especial se lleva la ilustración por lo original, el diseño que sale de lo habitual en libros para los más chicos y el juego de los dos colores constante. Se logra unir bien lo lúdico con lo rítmico de los primeros juegos poéticos.

Plácida, Iris Rivera, 2014. Ilustraciones mEy! Buenos Aires,  Sudamericana.
Es un cuento que invita a recorrerlo desde la tapa que muestra a Plácida, la tortuga, que atraviesa todo el relato con un problema de identidad. No feliz con lo que percibe de sí, desea en forma recurrente ser otra, hasta que alguien le devuelve en palabras una imagen más que deseable. Habrá que leer qué pasa con ella y su disconformidad. Es un texto grato de leer a los más pequeños. Adopta la recurrencia como modo de narración, con imágenes poéticas. Las ilustraciones son excelentes, los tonos pasteles de cada una le dan calidez, sin desmesura alguna y acompañan el ritmo de la protagonista.

Lucila y Joan, detectives viajeros, Griselda Gálmez, 2015. Buenos Aires, Quipu.
Es una novela de aventuras entre dos chicos, una argentina y el otro español, que unidos por una amistad y sus deseos de viajar, se desplazan entre Barcelona, Roma y Córdoba por épocas y personajes que se unen en dos aspectos: el histórico y el fantástico sin perder en ningún momento la tensión que sostiene cada historia que va descorriendo incógnitas. La autora lo adelanta en su dedicatoria: lugares, viajes y afectos. Esto es lo que se une en Lucila y Joan: la amistad, la curiosidad y el viaje. Cabe agregar la incursión de giros coloquiales españoles, de nombres en catalán en una escritura de calidad narrativa en los 8 capítulos de integran la obra.

La malasangre y otras obras de teatro. Griselda Gambaro. 2015. Buenos Aires, Santillana. 
La obra de teatro más reconocida de la autora en una nueva edición que reúne además a El nombre, Decir sí y En la columna. La malasangre, estrenada en 1982 es una alegoría de la violencia en nuestro país durante la dictadura militar del 76, a la vez que la Argentina federal de la época rosista, escenario en la que está ambientada y se desarrolla. Las relaciones asimétricas, los sometimientos de los más débiles en manos de los que ejercen el poder familiar y el drama de la dictadura están presentes en todo momento acompañado de muerte. Una obra intensa que lleva obliga a reflexionar sobre estos gobiernos.
El nombre gira alrededor de la recuperación de la identidad, Decir sí está situada en la aceptación, la conformidad que es una manera de someterse al manejo del otro y termina en un asesinato y En la columna congrega  tres piezas breves que no se apartan de la idea central: acatamiento y violencia.. La obra cierra con un estudio de Alicia Stacco que le permite al lector conocer mejor el teatro de Gambaro.


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