Me asomo por un rato a través de tres librosUna novedadMancala, Natalia Porta López, 2018, Buenos Aires, Gerbera edicionesEl libro es un diario de vida narrado en capítulos por el protagonista niño, estos capítulos desarrollan algunos episodios que manifiestan los momentos más importantes de una etapa de la vida de quien lo narra. El niño es hijo único de una mamá que lo cría sola y se muestra feliz hasta que aparece en escena un señor que se convierte en el esposo de su madre y lo " desplaza” del lugar de privilegio que tenía hasta ese momento.No es todo tan sencillo, este señor tiene un trabajo que desorienta al lector, y también al pequeño. Es ahí donde la historia toma un doble camino que enlaza la relación entre los tres personajes: el relato de cómo se trabaja cuando se escribe un libro, los momentos de elaboración, lo que sucede cuando se presenta, hasta cómo es la reacción de los lectores. Y que ocurre con nuestro pequeño que siente al otro como un extraño y termina incorporándolo a la vida familiar y escolar como su padrastro escritor. Todo custodiado por la presencia escénica del juego de la mancala, muy bien definido en página por el ilustrador Rabanal: menos texto escrito, más ilustrativo para ponerlo en situación lectora. Hasta ahí el libro nos lleva de la mano por medio de un trabajo de vínculos que se van entretejiendo en el tiempo y con distintos acontecimientos. La palabra disparadora: " un accidente fatal" nos rasga la tranquilidad, nos desubica, nos lastima. La muerte de la madre, la orfandad acompañada en esos primeros momentos mueve a poner a resguardo los sentimientos.Los abuelos vienen, los derechos familiares juegan su papel y un hombre adulto espera al lector con el resto del relato. Quedan interrogantes que no vamos a revelar y otros en quien lea este relato.
Es un libro sin mesetas que moviliza. No se sabe bien, por suerte, la posible edad de sus lectores, y es un mérito de la autora no atenerse a esta atadura del mercado.
Celebro una publicación que no recorre lugares comunes, o por lo menos que no lo hace con comodidad y al ilustrador que con dos colores, acaso por momentos tibios tres, la acompaña.
Celebro a Natalia Porta que se asomó a la literatura, diría, de esta manera en su primera publicación. La tipografía, capítulo aparte. Un desafío, para recomendar.Para releer:Letargo, Perla Suez, 1998, Buenos Aires, Edhasa. Se sabe que Lete es uno de los ríos del infierno, cuyas aguas hacían olvidar el pasado. También es el nombre de la una madre que pierde a uno de sus hijos y se sumerge en días desamparados para siempre.En el centro de esta historia queda una niña, su hija, Deborah, una pieza delicada y suelta en un mundo de adultos, un mundo donde la estela de la muerte tutela la emocionas y penaliza la inocencia.
¿Cómo soslayar ese letargo que se dibuja en el nombre de su madre como un destino irrevocable? ¿Cómo superar una infancia marcada por el duelo y la soledad que pesa siempre en su memoria? Muchos años después la joven no olvida a la abuela que la sujetaba al silencio con su mirada (y con advertencias que parecían latigazos) y a un padre abatido, militante político y capaz de llevar a cabo más de una traición de amor.Pero Letargo es sobre todo, la sombra de una niñez golpeada por el silencio y los prejuicios.
y un viaje manso y misterioso al pasado familiar. La narradora, Deborah, busca recuperar el origen de una tragedia, descifrarla y escapar de ella. La escritura de Perla Suez es muy bella a la vez que dolorosa, no teme en indagar sobre todos los lados de la soledad, el duelo y la cultura de una familia judía del interior del país. Escribe cuidando cada palabra como si una de más pudiera alterar los recuerdos. El resultado es un libro conmovedor. Letargo forma parte de la trilogía de Entre Ríos junto a El arresto y Complot que encierran otro tipo de historias con más suspenso, menos intimistas.Y para cerrar este encuentro:Poesía de Mercedes CalvoEn el brocal del pozoEn el brocal del pozo
yo me incliné
y una palabra al fondo
dejé caer.
El espejo del agua
que se quebró
me robó la palabra
se la llevó.
Por un camino oscuro
se fue mi voz.
Yo me quedé pensando
¿se me perdió?
Pero el eco del agua
me contestó:
siempre la poesía
se hace de a dos.
jueves, 30 de agosto de 2018
Encuentro 97
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