No sé si cambiaré el formato del blog o lo cerraré, de allí
vino este retraso en la salida del mes y del afán de modificar la mirada del lector hacia temas que
no se delimiten solamente a reseñar de forma breve algunos libros porque
elegir uno solo me parece muy arbitrario. En fin, indecisiones a resolver.
Así como en la salida anterior me he
ocupado de la literatura para los más chicos, me pareció oportuno copiar una
corta entrevista digital que hace poco más de 15 días, una periodista de
La Nación me hizo sobre un tema ya conocido y recorrido que es la literatura
para los jóvenes a propósito de una nueva denominación Young Adults, los lectores YA.
Aquí la copio para quienes no la
leyeron y para algunos que no entendieron las respuestas ( hace muchos años se sabe
que en los enunciados nada es inocente...):
Creo que se abre la discusión o
mejor dicho la reflexión sobre este segmento donde ya se cuenta con un lector
en tránsito. Ahora se ha instalado de forma académica un definición de infancia
como una construcción social alejándola de la tradicional, que es
descriptiva y circunscrita a una franja etaria. Podríamos afirmar lo mismo de
la adolescencia y juventud temprana, para poder limitar este tipo de producto
editorial. La entrevista:.
A su criterio ¿de qué hablamos cuando
hablamos de literatura YA?
Hablamos de Literatura para una franja
que han denominado “jóvenes adultos”, una denominación más para referirse a la
literatura juvenil, de adolescentes, que parece no integrar la denominada
Literatura. En verdad y te contesto más de un interrogante, la literatura es un
arte sin adjetivos- diría María Teresa Andruetto- es decir no hay una
necesidad, salvo la comercial de encasillarla dentro de una franja etaria. Si
bien la literatura para los más chicos tiene sus marcas distintivas, la
literatura es una sola. Y no creo que esa franja de jóvenes necesite una
literatura marcada por una transición entre la niñez y la adultez. El lector
elige, para eso trabajamos los mediadores y crece con sus elecciones como
lector junto a las ofertas. No necesita de un producto especialmente escrito.
-¿Es lo mismo decir literatura YA que
literatura juvenil?
-¿Qué factores incidieron en la
construcción y consolidación del segmento YA con las características que lo
conocemos? Creo que hay dos factores que lo
definen, uno es el comercial que quiere renovarse y dejar de llamarse juvenil
(suena antiguo) para anunciar en el mercado una novedad que no es
tal y la otra es segmentar a una franja de jóvenes desde los 18 en adelante a
un producto que se impone en general por los temas: Amor, sexo, suspenso, etc.
Cito por ejemplo: novelas románticas, sagas épicas, vampirismo…
-¿La literatura YA surge para ocupar
un espacio vacío dentro de la oferta literaria adolescente o juvenil o le debe
buena parte de su razón de ser a lógicas más bien comerciales? Creo que surge por una lógica comercial. Reitero que no creo en la
categoría juvenil, basta la literatura como propuesta creativa lectora.
-Hay quienes lo consideran un
segmento "liviano", compuesto por obras en su mayoría
intrascendentes, y entonces sostienen que deberíamos intervenir los adultos a
fin de sugerirles a los jóvenes otro tipo de obras más profundas, mejor
escritas, etc. En el polo opuesto, hay quienes celebran que los chicos lean y
defienden el derecho a elegir lo que uno desee leer. ¿Cuál es su posición al
respecto?
Celebro siempre las elecciones
personales y trato de correrme de los juicios de valor. Creo mucho en el poder
de convocatoria de los libros literarios si estos están “a mano” de quien
quiere ejercer el derecho de elegir qué lee. La difusión, las
sugerencias, la intervención, todo cuando va acompañado de criterios
y no de exigencia, es positivo. También estoy convencida del magnetismo que
ejerce el marketing sobre los jóvenes por eso creo que estamos hablando de este
tema.
Digo y dije, no voy a decirles cuántos
años hace para que no se " desanimen, que no creo necesario explicitar que
se trata de literatura para adolescentes y jóvenes. Sé que comercialmente
existe y mucha, no creo necesario etiquetarla porque un lector independiente
escoge lo que quiere y más si atraviesa la "adolescentud”. Conozco
muchos lectores de Pablo de Santis y de Pablo Ramos, ambos para jóvenes, y para mí también. Cuando el lector tiene
recursos propios, puede elegir leer El
buscador de finales, y El origen de la tristeza. Puede elegir leer a
Martin y sus conocidas sagas o a Ursula Le Guin, una escritora para los YA,
especialista en ciencia ficción.
Los cito porque muchos de ellos son
trabajados en la enseñanza media y porque los jóvenes los eligen, los compran o
bajan sus libros de la web.
Por eso, desde mi propia experiencia de
formadora docente, puedo decir que pueden integrar catálogos de literatura,
dicho sin más nada.
Sé que mi afirmación mueve distintas
opiniones y de eso se trata, de sumar sin descalificar.
Ahora bien, este tema me abre otro
espacio más cercano a mi trabajo actual por el que fui consultada en una
capacitación. ¿Libros como Frida Kalho, Juana Azurduy , entre otros, que se comercializan
en los quioscos de diarios y revistas: por qué ingresan en la categoría de
" anti- princesas"?
Yo diría que hay que sacarlos de toda
categoría, Esos libros son abiertamente distorsionadores de las vidas más que
interesantes de estas mujeres. Integran una colección, informativa de
biografías.
Son historias sencillas de niñas
valientes, una se dedica una a pintar a causa de un accidente y la otra a
defender la patria en las gestas históricas, todo relatado de manera
superficial. Frida Kalho y Juana Azurduy han sido mujeres viscerales
atravesadas por dramas y decisiones personales que las han marcado. De eso no
se habla, de la enfermedad, del compromiso ideológico, de los avatares del
amor, del abandono de los hijos, de eso no se habla, porque estas princesas son ligeras, más
intrascendentes que las de Disney.
Flaco favor le han hecho al discurso
informativo, y en cierto modo al género mujer. Casi es una expresión del
patriarcado dominante de una época, que parece dejar rémoras.
Cierro con Mijail Bajtin quien aporta fundamentación sobre la importancia de los enunciados en la escritura : En todo
enunciado, en un examen más detenido realizado en las condiciones concreta
de la comunicación discursiva, podemos descubrir toda una serie de
discursos ajenos, semiocultos o implícitos y con diferente grado de otredad.
(…) El enunciado de este modo, viene a ser un fenómeno muy complejo que
manifiesta una multiplicidad de planos (...) hay que analizarlo no sólo en
relación con el autor (hablante) sino como eslabón en la cadena de la
comunicación discursiva y en su nexo con otros enunciados relacionados con él.”
(1985), “El problema de los géneros discursivos”, en: Estética de la
creación verbal, México, Siglo Veintiuno.
Hay que buscar más allá de las
definiciones de mercado, la contundencia de la escritura y su interrelación
social. Nada es inocente, nada es casual.
Aquí los libros citados de los autores
argentinos.
Pablo de Santis, El buscador de
finales,2009, Buenos Aires, Alfaguara
Pablo Ramos , El
origen de la tristeza, 2008, Buenos Aires, Alfaguara.