Esta vez dejé pasar más días entre una salida y otra envuelta en mucha literatura para adultos, lecturas de best seller recientes que no forman parte de mis elecciones habituales y ver películas.
Escribir un blog literario-cultural demanda muchas lecturas y a su vez las lecturas demandan tiempo libre, gratuito y gozoso. No siempre es fácil y menos gozoso. .
Sin embargo al recibir de María Wernicke un correo en el que me informa de sus premios Alija como ilustradora, me entero que también Iris Rivera los ha recibido, en plural por dos obras y hasta ahí mi alegría porque aún no me he enterado por Alija de los otros destacados del año. Esto bastó para ponerme a escribir otra vez.
Un premio es un reconocimiento, es un halago, es una caricia al ego pero también implica un nivel de compromiso con los otros, los que hacen posible que esos premios se otorguen, sin emitir juicio de valor alguno, los lectores, que para mí son los referentes de toda retribución sea esta económica u honorífica.
El compromiso con el lector es un vínculo de reciprocidad tan valioso como el de la amistad porque genera cariño, cuidado, protección y generosidad. Después, está todo lo que deviene de ese primer y gran pacto “veritatis”.
Pienso en los autores que conozco, en su mirada sobre los otros, la que muestran y la que podemos descubrirles y adhiero a esta cita:
“El escritor habla a nuestra capacidad de alegría y admiración, dirígese al sentimiento de misterio que rodea la vida(…) y a la convicción sutil, pero invencible, de la solidaridad que une la soledad de innumerables corazones: a esa solidaridad en los sueños, en el placer, en la tristeza, en los anhelos, en las ilusiones, en la esperanza y el temor, que relaciona cada hombre con su prójimo, con los prójimos y mancomuna a la humanidad, los muertos con los vivos y a los vivos con aquellos que aún han de nacer.”Joseph Conrad (frag.del prólogo “El negro del Narciso, 1897)
Ojalá que nada se interponga en ese encuentro solidario, ninguna moda, ni demandas editoriales ni oficiales… nada más que mantener el pacto que cada quien hace cuando decide escribir profesionalmente.
Para tomar nota e indagar:
Hoy invité a Franco Vaccarini, autor argentino de narrativa. Como él se define, entremezcla en sus historias la vida cotidiana con lo fantástico, humor y al borde de géneros como el policial, la ciencia ficción y el terror. Es autor de numerosas novelas y ganador de distinciones como el premio Barco de Vapor 2006, SM argentino.
Le pregunté cuáles fueron los libros que marcaron su historia como lector y me respondió:
"A los doce años me impresionaron dos libros muy diferentes entre sí. El primero me produjo placer y miedo: Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury, con un impactante prólogo de Jorge Luis Borges –de ese modo descubrí dos escritores en un libro, aunque con los años leí mucho más a Borges que al norteamericano –. El segundo fue El extranjero, de Camus. Una de mis hermanas mayores lo dejó en la mesa de la cocina, era un volumen delgado, de una escritura limpia, clara... una trampa. Su lectura me produjo una extraña melancolía, una sensación de vacío y de sinsentido. Cada tanto releo sus páginas. Otro libro inolvidable: Ana Karenina, de León Tolstoi, que me abrió el panorama inmenso de la literatura rusa".
Y para nosotras/os qué libros nos recomienda y nos dejó estas sugerencias:
"Admiro a Hebe Uhart, escritora argentina, muy celebrada por quienes la descubren. Es una auténtica maravilla. Algunos de sus libros son Turistas y Del cielo a casa, ambos de cuento, editados por Adriana Hidalgo Editora.
Disfruto actualmente a John Cheever, en el libro La geometría del amor (Emecé) y recomiendo con el mismo fervor Tokio blues, novela del autor japonés Haruki Murakami".
Y yo invito a los lectores a leer de Franco algunas de sus muy buenas novelas para lectores activos entre ellas la que sale para la Feria del libro en edb. Ladrones de otro mundo que responde a la definición que él mismo nos daba de su producción y El muelle de la niebla. 2009, una colección de cuentos de misterio que ha publicado Estrada. Como de costumbre, una ventanita para curiosear del libro citado:
“Todo sucedió my rápido. Empezó a nadar por un camino que no recordaba haber visto antes, dio vuelta en una curva y ya no vio a nadie más…”tengo que ir donde esté la gente”, pensó. Pero el camino se abría en otros caminos y de golpe se le complicó todo.
(“Un animal en el zoo”)
Esta es mi voz:
Hoy, como en otras ocasiones la tomé prestada de Iris Rivera y de su premiado libro Haikus editado en el 2009 por Calibroscopio y lamento no poder mostrar mejor la maravillosa creación de María Wernicke que completa el sentido de este cuento en formato de libro álbum. Todo bello, sin edad y para disfrutar.
Una caja con dibujos de dragones.
Adentro había otra caja,
y adentro otro y otra caja.
Y al final una cajita llena de nada.
Libros para compartir:
Elegí algunos de los muchos que hubiera puesto con ganas hoy.
Para los lectores pequeños y no tantos….
Morris, quiero una pesadilla, 2007, Gabriela Keselman, ediciones SM. Un mapache puede conseguir cosas importantes pero nunca se le ocurrió que alguien le podía pedir que le consiga una pesadilla. El lobo Lupino necesita asustar como antes y acude a él para conseguirlo y allí se desarrolla una larga y divertida historia llena de ocurrencias y recetas muy originales que devienen en un final delicioso. Las ilustraciones de Maximiliano Luchini acompañan esta idea desde el principio con inteligencia y talento.
Basta de brujas. 2005, Graciela Falbo. Sudamericana. Yo tuve el privilegio de editarlo en dos oportunidades con mucho éxito y esta nueva edición no dejó de sorprenderme gratamente por la actualidad del texto y lo bien resuelto que me parece desde lo visual. Una sucesión de cuentos entre la maravilla, el disparate, la fantasía y como dice la autora, la magia de la imaginación que hace posible este trato cercano con las brujas y los dinosaurios y otros seres con muchas preguntas, todas muy bien resueltas. Para los lectores medianitos y otros también.
Cuando San Pedro viajó en tren. 2009, Liliana Bodoc, SM ediciones. Nicanor y su madre tienen que partir de San Pedro porque el padre de Nicanor consigue trabajo en la ciudad y dejan el pueblo en el que han nacido con tristeza y desarraigo. El viaje es una metáfora de la partida, de las valijas que trasladan toda la vida encerrada en ellas y mucha incertidumbre. Bodoc hace un relato poético y dolorosamente bello pero este libro tiene un texto paralelo que sostiene al literario que está armado por las excelentes ilustraciones de Valeria Docampo. Quedé prendada de esa gráfica impecable, sutil y nostálgica. Créame el lector que no hay adjetivos de más. Muy recomendable.
Que linda tu nota, Graciela. Me debo leer algo de Franco! Un beso enorme y un gracias.
ResponderEliminarA very inspirational blog..
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