Este encuentro está teñido por un tiempo
de pascuas (cristiana y judía) un tiempo de reflexión con o sin creencia alguna, de
descanso, está teñido por la memoria de aquel 24 de marzo y Nunca más dictaduras ni desaparecidos ni
olvidos imperdonables. Pensé que era una buena oportunidad dedicarlo a
resignificar los aprendizajes, las reparaciones, la creación que es en sí misma
vida.
Como la literatura es un gran espacio
donde se construye sentido, tiene las tres variables que mencioné: es creada,
es un aprendizaje y sirve además del disfrute para reparar tantas cosas… no divago, queridos lectores,
estoy solamente relacionándola. Abre puertas porque es expansiva y generosa,
todo esto es también la LIJ.
Y de ella se espera un asombro, algo
nuevo que ocurra en la historia, en el abordaje de los temas, en la
construcción de los personajes, en la brevedad o la extensión, en la hechura
del poema. De ella se espera todo menos que sea trivial, simple y solamente
comercial. Casi lo contrario que el mercado necesita para satisfacer la demanda
de rápido despacho para tiempos de poca lectura y mediadores – docentes, familia,
bibliotecarios- acuciados por un presente líquido, fácil, rápido, asimilable
sin profundidad y sobre todo: divertido. Como si la lectura fuera un tránsito solamente
para pasarla bien ¡menuda confusión!
Sé que esta enumeración de adjetivos puede
generar algún rechazo en quienes no se identifican con ninguno de ellos y descreen
que algunos docentes apelen a lo que está resuelto en los
libros con guías y otras adherencias extirpables por peligrosas, y tienen
razón pero, necesito volver a poner la LIJ en el justo espacio de lo que es
un esfuerzo de construcción, un proceso elaborativo. También corre esta
afirmación para los narradores. De ellos también es la responsabilidad de
resguardar a la LIJ de los minutos de
rating comercial y saciedad inmediata y volátil.
Qué se escribe, cómo se escribe, qué se publica y cómo se selecciona, es el punto de partida para volver a esa originaria discusión, todavía no resuelta por formaciones disímiles, sobre qué es la LIJ y para desechar esa caterva de humorísticas, fútiles publicaciones que responden a exigencias de momento que dicen poco e insumen papel en textos y libros unitarios. Y exigir lo mejor, seleccionar y descartar.
Qué se escribe, cómo se escribe, qué se publica y cómo se selecciona, es el punto de partida para volver a esa originaria discusión, todavía no resuelta por formaciones disímiles, sobre qué es la LIJ y para desechar esa caterva de humorísticas, fútiles publicaciones que responden a exigencias de momento que dicen poco e insumen papel en textos y libros unitarios. Y exigir lo mejor, seleccionar y descartar.
Allí pienso que está la respuesta de por qué no se lee más porque sostengo que sí se lee.
Para cerrar,este fragmento literario
que da respuesta y sentido a mi deseo: “Doña
Elena sabía muchísimas más cosas que taquigrafía y mecanografía (…) Ella
contaba historias, y se sabía tantas que nunca
se agotaban, historias verdaderas e inventadas, alegres y crueles,
cómicas y tristísimas, historias completas que parecían grandes y luego eran
pequeñas, porque siempre formaban parte de una historia mayor, una historia
infinita que muchos adultos como ella y muchos niños como yo habían fabricado
juntos a lo largo de los siglos, la historia de la sabiduría y de la
curiosidad, la historia del conocimiento y del hambre de conocer, la historia
que quien sabe mucho entrega a quien no sabe nada para que, en lugar de
dividirse, crezca más y viva para siempre. Doña Elena me enseñó mucho más que
taquigrafía y mecanografía en la primavera dorada de mi ignorancia, y después,
cuando dejé de ser inocente, me enseñó más cosas todavía. (…) me enseñó un
camino, un destino, una forma de mirar el mundo, y que las preguntas
verdaderamente importantes son siempre más importantes que cualquiera de sus respuestas”.
Almudena Grandes 2012. El lector de Julio
Verne, Tusquets.
De
poetas y poemas:
Noches
de Parral
En
las noches sin luna
y sin
canciones
van
arrullando
las uvas
conversaciones.
Laura Devetach, Secretos en un dedal, 2009, SM.
Lecturas
para compartir:
Presenta
la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo y su continua lucha por encontrar a los nietos apropiados durante la última dictadura argentina de 1976, es un texto informativo que
moviliza al lector en todo momento: los temas cuentan con una introducción,
links y por algunos momentos apelan al humor. Temas difíciles de explicar:
apropiación de personas, búsqueda interminable, testimonios. Adjunta bibliografía,
sitios web, películas y audios para ver
y escuchar.
Una trampa para Papá Noel, 2012, Jonathan Emmett, Poly
Bernatene, colección todos distintos, Grupo Mac Millan.
Bradley es
un chico con mal genio, malo de una familia rica que vivía como tal y que le da
al chico todo lo que desea. Claro que este nunca pensó lo que le depararía Papa
Noel: solo un par de medias coloradas. Su frustración fue tan grande como la
venganza que tramó contra él pero no reparó en las consecuencias de cada una de
sus maldades. Y así se llega a un final con mal augurio no para el lector, para
Bradley. Excelente la ilustración de
Bernatene. Un enfoque novedoso en el que la Navidad es una excusa para encarar
otros temas.
Para los
narradores que celebraron su día el 20 de marzo:
Historias a Fernández, Ema Wolf. 1994, Sudamericana. Fernández es un gato temerario, que se cae desde un árbol de paltas. Su dueña, una
niña, está muy afligida pues debe mantener al gato despierto durante tres horas para evitar una conmoción cerebral. Para cumplir
con el consejo médico, ella comienza a
hilvanar historias y mantener despierto a Fernández. Las narraciones irán formando parte del cuerpo
de la novela. La niña narradora, alter
ego de la autora, conduce al gato por un atrayente camino de historias insólitas
y entretenidas.
La novela ha recibido el Premio Nacional de Literatura de la producción 1994-1997 de la Secretaría de cultura de la Nación.
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