Escribo por segunda vez el blog con la intención de hacer esta salida antes del comienzo del mundial.
No sé por qué maleficio el otro, escrito hace una hora, se perdió en el espacio virtual acompañado de alguna torpeza personal.
Deseo hoy hablar de las palabras, su pérdida de valor en la comunicación actual y su anomia.
Las palabras, vínculo elemental entre los humanos además de otros símbolos, están hoy en caída vertical: correos electrónicos, mensajes de textos, chats, etc. etc., colaboran con la precariedad de nuestras comunicaciones que intentan ser eficaces.
De la mano de esta ausencia está nuestro mundo empobrecido de sentidos, todo se dice con una sola palabra a veces: Nada… o con pocas que signifiquen estados de ánimo, situaciones familiares, intentos de ser creíbles.
Me quiero unir a la defensa no del lenguaje sino de las palabras que nos hacen posible estar en el mundo para decir: gracias, te necesito, yo quiero… espero, aquí estoy disponible. De ellas es el mundo de la ficción que se materializa en la literatura. Entre ellas vivo. No hay mundo sin palabras, buenas y malas, lindas o feas, cortas o largas, todas hablan de nosotras/os.
Quiero cerrar esta introducción con un microrrelato de Eduardo Galeano, en Bocas de Tiempo. 2004. Catálogos, Malas Palabras.
“Ximena Dahm andaba muy nerviosa porque aquella mañana iba a iniciar su vida en la escuela. Corriendo iba de un espejo a otro, por toda la casa, y en uno de esos ires y venires, tropezó con un bolso y cayó desparramada al piso. No lloró, pero se enojó:
-¿Qué hace esta mierda acá?
La madre la educó:
-Mijita, eso no se dice.
Y Ximena, desde el piso, quiso saber:
-¿Para qué existen, mamá, las palabras que no se dicen?”
Esta es mi voz:
Mi alma, en un charco
no está disponible.
La piel se afina,
es prematuro moverse de aquí.
Quizás haya que saltar
o pisar el agua y salpicarse.
No sé cual es mi deseo.
Sé que no cabe en una mano;
el dolor aquel,
intacto.
Lecturas para compartir:
Hoy voy a reseñar novelas y relatos para los chicos que ya pueden escoger sus lecturas.
Seis años después.2010. Sandra Comino. Comunicarte.
Una novela que aborda un tema muy conocido: la llegada de un hermano a la casa y los acontecimientos que rodean esta llegada no muy deseada por la protagonista, Juana.
La novela es tierna, apela a la búsqueda de respuestas y al sinfín de preguntas que se hace un niño hijo único de las conductas adultas. La autora cómplice de Juana, le da a la historia un final no inesperado pero posible como solución a la angustia que genera el cambio
Beowulf, la leyenda de las dos criaturas.2005.Versión de María Fernanda Cano, ilustraciones de Oscar Rojas. Ediciones Del Eclipse.
El relato es una leyenda muy antigua escandinava sobre Beowulf, el guerrero que liberó al reino de las manos del ogro Gréndel. Está muy bien narrada y responde sin limitaciones técnicas a las exigencias de estas sagas. Por cierto que la ilustración acompaña con fuerza el texto escrito.
Las cosas perdidas.2008, de Lydia Carreras de Sosa, Edelvives. XVII Premio Ala Delta de literatura infantil (2006).
Es la segunda novela que reseño de la autora en dos salidas continuadas del blog y en verdad me sorprende su escritura y la excelente resolución que le da a historias difíciles sin golpes bajos ni efectos marketineros.
Tani, el protagonista, tiene una familia común de clase media, es muy observador. Un día descubre que su tío hace algo incorrecto. Esta situación se repite en el transcurso de la novela varias veces y el niño a quien acompaña su amigo Paco, carga sobre sí con su silencio más el de los adultos que parecen no saber ni querer saber lo que sucede.
La austeridad del lenguaje, la tensión que acompaña la trama, llevan al lector de la mano hacia un final muy interesante. Recomendamos conocer la obra de esta nueva autora de literatura infantil.
No es fácil ser Watson.2010, Andrea Ferrari, Alfaguara juvenil. Esta novela parece una segunda parte por los personajes y el formato de trhiller de: El camino de Sherlock. Francisco Méndez, un adolescente que está terminando la escuela secundaria, tiene pasión por develar casos policiales y su referente es el famoso detective londinense a quien la autora apela en citas que pone en boca del protagonista en forma recurrente.
Un joven estudiante que desaparece, un arma que complica a una joven que conocía al joven desaparecido y algunas pistas unidas a las angustias sentimentales de un Watson enamorado y complicado en su rol de acompañante descalificado estructuran una novelas muy bien armada para disfrutar del género.
Los/as espero en este espacio… después del mundial que se llevará muchas energías. Gracias por leerme.
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