La felicidad, ese espacio mágico y ocasional de nuestras vidas, se manifiesta de maneras diversas. La propia vida y la de los otros es un motor que la enciende en nuestro interior.
La dicha que da el poder, la que ofrece el dinero y la conquista de metas personales no coexisten con la felicidad. Se emparentan más con la soberbia y el narcisismo que con la felicidad. Para los griegos (que inventaron todo los cimientos del mundo occidental) la meta era la felicidad que se obtenía solamente en el bien, cabe preguntarse dónde ha quedado ese ejercicio virtuoso. Ni qué hablar del mundo oriental y su llamado a la mirada interior, al silencio y la satisfacción deshabitaba de logros materiales. La arena ,dicen ,no se retira con las mareas, lo importante está en el corazón de cada uno.
Este inicio tiene una razón de ser: ¿hay algo que carece de causalidad? No. Y es esa relación constante que vincula a la literatura con el placer y a veces con la felicidad, la que le da entidad en este espacio. Los teóricos, los especialistas y los autores lo sostuvimos siempre. Ni qué hablar de los lectores para quienes las historias, las palabras encerradas en los libros pueden producirnos esa gratuidad que brindan los buenos encuentros. Por eso Borges se ufanaba más de lo que había leído que de lo que había escrito y ahora releyendo a Alberto Manguel encuentro puentes de coincidencia entre ambos. Cada uno de nosotros es un montón innumerables de lecturas o la ausencia de ellas. Y lo interesante que nada es para siempre, que un no lector puede serlo y un lector puede abdicar en algún momento de la vida. Pero como mi posición es siempre solidaria con la lectura quisiera terminar esta introducción sobre felicidad y literatura con un fragmento de Oscar Wilde en su Príncipe Feliz:
Cuando estaba vivo y tenía un corazón humano ... no sabía qué eran las lágrimas porque vivía en el palacio de Sans-Souci, donde no se permite la entrada al sufrimiento(...)El jardín estaba cercado por una altísima pared pero nunca se me ocurrió preguntar qué había al otro lado, porque todo cuanto me rodeaba era encantador(...) Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y en verdad lo era si el placer es la felicidad…
Invito a releer el cuento que elegí como metáfora de la literatura en general y de la felicidad en particular.
Esta es mi voz:
Incesante
el trabajo,
las luchas,
nuestras huellas.
La permanencia
y otros seres
arrondándonos.
Ella, mitiga a veces
los errores.
Incansable,
impaciente,
disponible:
la obra
Libros para compartir:
Para los primeros lectores:
Eleazar y el río.2004, de María Cristina Ramos, editorial edb. Una historia de iniciación contada a través de un elefante que termina su jardín de infantes y decide salir a conocer el mundo. Con variadas interpretaciones desde el camino del héroe hasta el desapego como modo de independencia, la autora lo narra por medio de un lenguaje cuidadoso y sin obviedades.
Cuando Verónica teje.2006 texto e ilustraciones de Valeria Cis, editorial Sudamericana. Es la historia de una ovejita que teje con distintos estados de ánimo, en diferentes momentos del día. Dentro del formato libro álbum hay un juego de ilustraciones que se disponen en espacios recortados con un final que lleva a la protagonista a reiniciar el juego como hacen los chicos normalmente.
Para lectores activos:
Como si no hubiera que cruzar el mar.2005, de Cecilia Pisos, editorial Alfaguara.
Esta novela cuenta la experiencia de una adolescente que viaja a Madrid por primera vez, acompañada por las cartas de María, su bisabuela que también cruzó el mar, en barco y sola desde España hacia Argentina.
Es un relato de desarraigos, las historias de las dos mujeres se entrecruzan porque las vivencias se parecen. La novela que indaga el sentimiento de exilio y pertenencia al mismo tiempo está bien armada, es tierna, nostalgiosa y real, todo en un adagio de emociones.
Encuentro con Flo de Laura Escudero, Premio Barco de Vapor 2005 de editorial SM. Esta novela es muy original en su planteo pues Violeta, la protagonista se ve invadida por la presencia de su abuela Flora que comparte con ella la habitación y está enferma, no de cualquier padecimiento sino del Mal de Alzheimer. El libro trata sobre los recuerdos, las relaciones familiares y lo hace con humor. Escudero le da a esa relación nieta-abuela una vuelta atractiva, entretenida y positiva. Caben los tres adjetivos. Una lectura muy recomendable.
El árbol de lilas.2006, de María Teresa Andruetto y Liliana Menéndez de Comunicarte.
Es un poético relato de un encuentro amoroso, con los matices que los encuentros tienen, los grises, las ausencias y la búsqueda como camino constante. Es un libro filosófico por su profundidad humana y por las lecturas que permite. También bajo el formato libro-álbum las dos autoras, una de la letra, la otra de la imagen nos sumergen en un espacio de dolorosa pero esperanzada reflexión sobre los vínculos.
No puedo cerrar el blog sin felicitar a María Teresa Andruetto, para los lectores: autora de Benjamino, Stéfano, Veladuras, Solgo, La mujer en cuestión y muchas obras más, que acaba de ganar el premio Iberoamericano SM de literatura Infantil Juvenil en su V edición que se entregará en diciembre en
Espero sugerencias, comparto opiniones, miradas .No sé por qué conjuro extraño, quienes han dejado mensajes en el blog, estos se han perdido en los laberintos del mundo virtual menos interesante que el borgeano para mí ...no los he podido leer. Pero resisto con la esperanza.
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