martes, 26 de marzo de 2013

Encuentro 55


Este encuentro está teñido por un tiempo de pascuas (cristiana y judía) un tiempo de reflexión con o sin creencia alguna, de descanso, está teñido por la memoria de aquel 24 de marzo y Nunca más dictaduras ni desaparecidos ni olvidos imperdonables. Pensé que era una buena oportunidad dedicarlo a resignificar los aprendizajes, las reparaciones, la creación que es en sí misma vida.
Como la literatura es un gran espacio donde se construye sentido, tiene las tres variables que mencioné: es creada, es un aprendizaje y sirve además del disfrute para  reparar tantas cosas… no divago, queridos lectores, estoy solamente relacionándola. Abre puertas porque es expansiva y generosa, todo esto es también la LIJ.
Y de ella se espera un asombro, algo nuevo que ocurra en la historia, en el abordaje de los temas, en la construcción de los personajes, en la brevedad o la extensión, en la hechura del poema. De ella se espera todo menos que sea trivial, simple y solamente comercial. Casi lo contrario que el mercado necesita para satisfacer la demanda de rápido despacho para tiempos de poca lectura y mediadores – docentes, familia, bibliotecarios- acuciados por un presente líquido, fácil, rápido, asimilable sin profundidad y sobre todo: divertido. Como si la lectura fuera un tránsito solamente para pasarla bien ¡menuda confusión!
Sé que esta enumeración de adjetivos puede generar algún rechazo en quienes no se identifican con ninguno de ellos y descreen que algunos docentes apelen a lo que está resuelto en los libros con guías y otras adherencias extirpables por peligrosas, y tienen razón pero, necesito volver a poner la LIJ en el justo espacio de lo que es un esfuerzo de construcción, un proceso elaborativo. También corre esta afirmación para los narradores. De ellos también es la responsabilidad de resguardar a la LIJ de los minutos de rating comercial y saciedad inmediata y volátil.  
Qué se escribe, cómo se escribe, qué se publica y cómo se selecciona, es el punto de partida para volver a esa originaria discusión, todavía no resuelta por formaciones disímiles, sobre qué es la LIJ y  para desechar esa caterva de humorísticas, fútiles  publicaciones que responden a exigencias de momento que  dicen poco e insumen papel en textos y libros unitarios. Y exigir lo mejor, seleccionar y descartar.
Allí pienso que está la respuesta de por qué no se lee más porque sostengo que sí se lee.
Para cerrar,este fragmento literario que da respuesta y sentido a mi deseo: “Doña Elena sabía muchísimas más cosas que taquigrafía y mecanografía (…) Ella contaba historias, y se sabía tantas que nunca  se agotaban, historias verdaderas e inventadas, alegres y crueles, cómicas y tristísimas, historias completas que parecían grandes y luego eran pequeñas, porque siempre formaban parte de una historia mayor, una historia infinita que muchos adultos como ella y muchos niños como yo habían fabricado juntos a lo largo de los siglos, la historia de la sabiduría y de la curiosidad, la historia del conocimiento y del hambre de conocer, la historia que quien sabe mucho entrega a quien no sabe nada para que, en lugar de dividirse, crezca más y viva para siempre. Doña Elena me enseñó mucho más que taquigrafía y mecanografía en la primavera dorada de mi ignorancia, y después, cuando dejé de ser inocente, me enseñó más cosas todavía. (…) me enseñó un camino, un destino, una forma de mirar el mundo, y que las preguntas verdaderamente importantes son siempre más importantes que cualquiera de sus respuestas”. Almudena Grandes 2012. El lector de Julio Verne, Tusquets.

De poetas y poemas:
Noches de Parral
En las noches sin luna
y sin canciones
van arrullando
 las uvas
conversaciones.
Laura Devetach, Secretos en un dedal, 2009, SM.

Lecturas para compartir:
Abuelas con identidad, Carla Baredes e Ileana Loterztain, 2012, Ediciones Iamiqué.
Presenta la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo y su continua lucha por encontrar a los nietos apropiados durante la última dictadura argentina de 1976, es un texto informativo que moviliza al lector en todo momento: los temas cuentan con una introducción, links y por algunos momentos apelan al humor. Temas difíciles de explicar: apropiación de personas, búsqueda interminable, testimonios. Adjunta bibliografía, sitios web, películas y audios para  ver y escuchar.

Una trampa para Papá Noel, 2012, Jonathan Emmett, Poly Bernatene, colección todos distintos, Grupo Mac Millan.
Bradley es un chico con mal genio, malo de una familia rica que vivía como tal y que le da al chico todo lo que desea. Claro que este nunca pensó lo que le depararía Papa Noel: solo un par de medias coloradas. Su frustración fue tan grande como la venganza que tramó contra él pero no reparó en las consecuencias de cada una de sus maldades. Y así se llega a un final con mal augurio no para el lector, para Bradley.  Excelente la ilustración de Bernatene. Un enfoque novedoso en el que la Navidad es una excusa para encarar otros temas.

Para los narradores que celebraron su día el 20 de marzo:
Historias a Fernández, Ema Wolf. 1994, Sudamericana. Fernández es un gato temerario, que  se cae desde un árbol de paltas. Su dueña, una niña, está muy afligida pues debe mantener al gato despierto durante tres horas para evitar  una conmoción cerebral. Para cumplir con el consejo médico, ella  comienza a hilvanar historias y mantener despierto a Fernández.  Las narraciones irán formando parte del cuerpo de la novela. La niña narradora, alter ego de la autora, conduce al gato por un atrayente camino de historias insólitas y entretenidas.
La novela ha recibido el Premio Nacional de Literatura de la producción 1994-1997 de la Secretaría de cultura de la Nación. 


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